Había
una vez…
Un
mortal y un ángel…
Los
ojos del ángel deleitaron al mortal
Desde
el momento en que lo conoció…
Un
día el mortal se enamoro del ángel…
Porque
pensó que el ángel gustaba de el…
POBRE
ILUSO…
El
cielo se vistió diferente para lucir mejor…
Con
estrellas más brillantes en la noche…
Y
un sol más grande en el día…
Esos
fueron los días más felices del mortal…
¡OH ÁNGEL!
Tan
bello, tan ingenuo…
El
mortal le quiso dar todo...
El
mortal haría todo por el…
Escalaría la montaña más alta…
Atravesaría
el río más ancho…
Lo
haría todo por el…
Pero
no sabía el porqué…
Si
nunca lo había hecho por nadie…
Tal
vez porque sus ojos eran la entrada
A
un mundo paralelo donde todo es perfecto…
Su
boca, profeta de todo lo inimaginable
De
donde se escucha la voz de un niño herido…
Su
cuerpo, manantial de vida…
Un
día los volcanes no se pudieron contener más e hicieron explosión…
Las
cenizas cubrieron a todos
Alejando
a la tierra del sol...
Apagando
al sol para siempre…
Todos
los días intentaba encenderse de nuevo
Pero
la tristeza no lo dejaba…
Luego
de tantos intentos
El
sol logro salir adelante…
El
mortal y el ángel volvieron hacer amigos
A
jugar a ser hermanos
Pero
el mortal de terco no se conforma con eso
El
volcán esta activo de nuevo…
En
cualquier momento volverá hacer erupción…
Pero
el sol no se quiere alejar de nuevo…
Si
se apaga no creo que vuelva a encenderse…
El
mortal decide callar…
Y
amarle en silencio…
Una
grieta más al corazón…
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